ZOCALO
Desde sus inicios, el espacio central de la ciudad ha servido para que el gobernante en turno demuestre su poder político o, como en la época virreinal se demostraba el poder judicial, frente a la audiencia se ejecutaban las sentencias de este tribunal y, en los primeros años estuvo aquí la picota de madera donde se ejecutaban a los reos. En 1573 se trasquilaba públicamente al indio o mulato que se emborrachara por segunda vez. En el plano de 1574 se nota que al centro de la plaza se levantaba la horca; en 1729 el pueblo le prendió fuego y quemó la puerta de la cárcel. Hugo Leicht en su libro Las Calles de Puebla, relata que en los siglos XVI y XVII en la plaza o en el atrio cerca de la catedral, se realizaban las funciones teatrales; a lo que se opuso Juan de Palafox y Mendoza porque consideraba: “que en la parte que estaba señalada por sagrado de la iglesia, se hiciesen tablados, ni se pusiesen otros ningunos asientos… sólo sentía que, siendo la Plaza tan grande, se pusieran los tablados cerca de la iglesia”. En esa época la fuente no se colocó en el centro, sino a un lado, porque se realizaban las corridas de toros y los indios que vivían dentro de la traza de la ciudad ayudaban a los “enramamientos”. También limpiaban las calles, hacían las barreras y llevaban las garrochas para las procesiones del Jueves Santo y para las fiestas de la ciudad. En 1661 se hace constar que: “el gobernador de los naturales de esta Ciudad tiene que poner las barreras en la Plaza Pública para los toros”. En el siglo XVII en lo que es hoy el atrio de la catedral, existía un edificio con balcones de hierro donde los religiosos veían las corridas. De 1566 a 1572 el Papa autorizó las corridas, como consta en una ordenanza de 1621, a los carniceros se le obligaba a proporcionar los toros y entregarlos, luego se les permitía vender la carne de los toros que murieran en las corridas. La costumbre de realizar las corridas en la plaza duró hasta 1722. En la plaza pública se realizaban también representaciones como la tarasca, las máscaras, los gigantes, y los combates de moros y cristianos o el castillo. La tarasca era una figura de dragón que se sacaba en la procesión de Corpus. “Las máscaras consistían en comparsas de vecinos disfrazados que representaban personajes históricos, mitológicos o bíblicos, dioses de las religiones primitivas o alegorías, como las virtudes y vicios”. En 1647, durante la ausencia de Palafox, “los jesuitas organizaron mascaradas para desprestigiar al prelado”. En 1649 en la fiesta de la consagración de la catedral hubo una máscara de los 98 reyes que habían reinado en España. Hasta 1787 se presentaron los gigantes que medían unos cinco metros que representaban las cuatro partes del mundo y figuraban en las procesiones y en otras festividades. De 1759 a 1788, el gremio de platería erigió un obelisco cercano a la antigua fuente, con motivo de la exaltación al trono de Carlos III. En 1777, esa fuente fue substituida por la fuente de San Miguel, que de acuerdo a los cuadros del siglo XIX parece estar más al poniente. La fuente fue quitada en 1873 por la ampliación de jardín, y en 1878 la colocaron en el Paseo de San Francisco. En la base del obelisco de Puebla se puso una lápida conmemorativa de la jura de la Constitución de la monarquía española de 1812. El 5 de agosto de 1821 se realizó el juramento de la Independencia en la plaza principal de Puebla.
En 1825 el Congreso Local decretó que se pusieran en la cúspide del obelisco las armas de la República y el águila nacional. En 1842 el obelisco fue derribado y sus ruinas, de forma provisional, las depositaron en el edificio de San Javier. Hacia 1842 la Plaza estaba rodeada de bancas de mampostería, unidas por cadenas; que permanecieron más o menos hasta por el año de 1878. En 1854 desapareció el mercado de la plaza. En 1856, según el plano de Ponce, había hileras de árboles en los cuatro lados. En 1869 se comenzó el jardín actual y de 1872 a 1883 se pusieron las bancas de hierro. En 1877 la plaza se describía como sigue: “en su centro hay un jardín, cuyo paseo ameno contiene un zócalo donde como punto matemático hay un jarrón, alrededor 4 asientos de mampostería y 12 faroles. Dentro del cuadro hay 3 fuentes con 6 faroles; alrededor 24 asientos de hierro, 32 de mampostería, 56 cadenas en los intermedios y 62 faroles. Todos los asientos tienen balaustre de fierro y de mampostería”. En 1882, el quiosco obra de Eduardo Tamariz, substituyó al zócalo y fue estrenado en 1883. El quiosco del costado poniente se edificó por la Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza y en 1926 se construyó la Estación de Camiones México, frente al Portal Morelos. Los historiadores durante la época colonial, a la plaza la llamaban plaza pública, plaza principal, plaza mayor; hasta 1896 en los libros de los censos y en las actas del cabildo se le llamaba plaza pública; en 1863 en el plano de Almazán se le llama plaza principal; en 1842 se le nombra plaza mayor y en 1885 Jardín de la Constitución. En 1902 en los planos de Carrasco y en 1915 de Soto se le denomina plaza de la Constitución. Hugo Leinch, termina su estudio sobre la plaza principal planteando que desde 1905 en los almanaques de Mendizábal se le nombra zócalo, como actualmente se le conoce. La función simbólica del zócalo como centro cívico se consolida en el año de 1917 cuando se cambia la nomenclatura y la numeración de las calles, quedando sólo con nombres las arterias eje de La Reforma y la 16 de Septiembre, el primer cuadro de la ciudad es el zócalo frente de la sede eclesiástica. A pesar de que los grandes centros comerciales de la metrópoli concentran a un sinnúmero poblanos. El zócalo sigue siendo el núcleo cultural, político y religioso de la ciudad de Puebla, es parte importante de la vida cotidiana de sus habitantes, como lo demostraron las protestas de la ciudadanía ante la propuesta de que se alterase con el proyecto del estacionamiento subterráneo del actual presidente municipal.
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